Fue hace 22 años, éramos tan niños, y también tan adultos, de un día para otro.
Es 22 años después, somos hoy tan pequeños y a la vez tan grandes.











En el muro al lado de la puerta principal, aún quedaba la mitad del logo de paloma y texto, de naranjo y azul. Coherente. Hubo música y abrazos y mucha luz, generaciones de ex niños y de futuros adultos, curiosamente todos conectados de una manera u otra. Por qué tanto? No lo se. Pero me encantó esa sensación. Hijos de amigos. Amigos de hijos. Padres pasados y futuros. Estábamos casi todos.
Le enviaremos volando un trozo de muro a Roger Waters, a cambio del chancho que no vuela?
No importa. Hoy estuvimos ahí, casi todos los que teníamos que estar. Acompañé a la Pilo a poner las primeras tres velas, y me fuí caminando sólo, igual que el año pasado.
No. Más sólo.
Y cuando me iba yendo, recordé una canción, creación colectiva de algunos alumnos de esos días, hasta recuerdo la melodía:
Como pesan estas notas,
como gotean eternas.
El pizarrón y las sillas
parecen estar llorando,
junto al vidrio con la tiza,
cómo quitarle la ira
a la ortografía?
Manuel publicó un recuento en su propio sitio, donde dice: "Como un botón de ejemplo del apoyo y amplia convocatoria que tuvo la jornada anoten simplemente "con memoria y alegría" en google y verán las decenas de sitios, blogger, medios que se sumaron a la actividad."
... fué un lindo día. El amor es resilente... un tremendo grupo de gente invocando, y tanto que ver conmigo. Es otoño en Santiago. Pero aún es primavera en nuestras vidas.

Alguien no sabe por qué? Se puede descubrir en:
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